¿Felicidad o faltacidad?
La búsqueda de felicidad es un cuenco lleno de teorías. No sabemos qué significa, pero la necesitamos. En su último libro, Gabriel Rolón postula que no se encuentra en las falsas metas que nos propone la cultura contemporánea. “Si existe una felicidad será una felicidad en falta. Solo existe la faltacidad”, reflexiona. Byung-Chul Han también habla de la posibilidad de una felicidad doliente.
"Vuelvo a enunciar: ser feliz está de moda. ¿Quiénes son los referentes de semejante imposición?”, cuestiona Adriana Guraieb, divulgadora y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). “Los gurúes que habitan las redes sociales”, responde. El Diccionario de la Real Academia los define como personas que se consideran maestros, guías espirituales o autoridades intelectuales que ejercen influencia en sus seguidores. “La idea de que el gurú captó lo que necesitamos escuchar es ilusoria. Sólo alimenta la creencia de que con esa respuesta vamos a alcanzar algo”, cuestiona Dini.
Por eso, Adriana Guraieb sostiene que sus discursos devienen en un espiral infinito de desdichas. “Como no me siento feliz, debo ponerme una máscara de sonrisas y palabras “positivas” para pertenecer y no ser estigmatizado por ser “infeliz”. Este esfuerzo produce estados de angustia. El único camino para madurar emocionalmente es diferenciarse y animarse a ser uno mismo”, formula.
En sintonía, Augusto Salvatto -consultor en innovación y economía del conocimiento- habla de una “epidemia de felicidad impostada” y dice que la presión por demostrarla deriva en “una alegría fingida para las redes” con el propósito de posicionarnos frente a la mirada del otro. "Mientras tanto, a nuestro alrededor y de forma silenciosa, se esparce el virus del malestar. En América Latina, el consumo de ansiolíticos y estabilizadores de ánimo creció un 60% en los últimos cinco años", argumenta.
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