LIC. ADRIANA GURAIEB

SE DICE DE MÍ…

A lo largo de mi vida, “dura como la de todos”, al decir de nuestro Jorge Luis Borges, la curiosidad fue un eje que me llevó a investigar, a estudiar. Solía llamarme la atención con qué facilidad creía resolver los problemas, disgustos y con qué facilidad me encontraba a menudo con respuestas casi idénticas: la culpa no es mía, es de otro. Ese otro podía ser mamá, papá, amigos, hermanos, y más adelante, los hijos.

​

El tiempo fue pasando, mi red de relaciones se amplió, ya sea en la facultad, en el trabajo, en el gimnasio, en la vida en general, y seguí escuchando lo mismo: la culpa de lo que me pasa la tienen los demás. Mi curiosidad funcionó con precisión, y así fue como inicié mis estudios hasta alcanzar la Licenciatura en Psicología, para luego continuar mi formación en la Asociación Psicoanalítica Argentina, que contribuyó mucho a convertirme en psicoanalista.

​

En concomitancia con este proceso, inicié una larga, comprometida y fructífera tarea de psicoanalizarme, lo que me permitió no sólo conocerme mejor, sino  también darme cuenta de que en nuestro interior están todas las respuestas, por más que vanamente adjudiquemos a otros las causas de nuestros pesares. Después, otros descubrimientos aportaron más claridad a mi pensamiento y  mayor responsabilidad en las cosas que hago o que me suceden.

​

Un elemento princeps en este recorrido, que justifica lo que digo y lo que escribo, son los conocimientos que nos legó Sigmund Freud, a quien reconozco como mi maestro, tal como lo hacen miles de colegas de diferentes partes del mundo.

​

Allá lejos, en sus inicios como psicoanalista, Freud recibió a una paciente que, por razones de secreto profesional llamó Dora, quien le había contado sus múltiples desventuras afectivas, culpas, deseos y conflictos, y le hizo entonces una pregunta, la que sería la piedra fundamental del psicoanálisis. La pregunta era la siguiente:

“Y Ud… ¿qué tiene que ver con esto de lo que se queja?”

​

Así, Freud produce una revolución sin precedentes en la subjetividad humana.

Pasaron años y décadas, pero en mi vida y en mi práctica clínica esta pregunta late y me ayuda en forma permanente, por eso decidí elegirla para presentarme

En los últimos años incursioné en los medios de difusión, prensa, radio, televisión, a los efectos de divulgar temas inherentes a la psicología de la vida cotidiana. Así fue como ellos: los periodistas, los productores, mediante sus preguntas y múltiples curiosidades, me facilitaron e inspiraron la posibilidad de  que “todo el mundo” tenga acceso a preguntarse y conocerse un poco mejor. Preguntas para todos y no solo para iniciados  ,por ello ,mi especial gratitud a quienes me ayudaron  a entrenarme cada vez más en una forma amena de plantear situaciones a veces complicadas ,a veces complejas.

​

Alguna vez te preguntaste ¿por qué no podés resolver tus problemas? O ¿por qué siempre te vuelve a  pasar lo mismo?, ¿acaso te consideras víctima del  destino?

Si no te las hiciste o si haciéndotelas no encontraste las respuestas, vale la pena que lo intentes y verás que hay un antes y un después, y esa es la experiencia que trataré de compartir con vos en este libro.

​

Todo lo que acontece en el mundo repercute en nosotros, así como también nosotros influimos en el mundo desde nuestra unidad bio-psico-social. Por ello, es muy difícil detallar dónde se originan las problemáticas, porque somos una UNIDAD. Al menos, intentaré dar cuenta DONDE se MANIFIESTAN los conflictos, por qué se instalaron los conflictos y cómo funciona nuestro psiquismo.

Te invito, entonces, a transitar el camino de cambios que se abre si te animas a preguntarte:

“Y yo… ¿qué tengo que ver con lo que me pasa?”