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Foto del escritorLic. Adriana Guraieb

Prejuicios y malestares emocionales encubiertos [LaVoz]

“Tener a disposición una o más tarjetas de crédito acentúa la irrealidad del desmanejo económico” sostuvo la psicoanalista Adriana Guraieb.

En el último mes, un reconocido artista reveló que se encontraba virtualmente en quiebra por una deuda imposible de saldar con ingresos propios, que lo obligó a tomar un crédito e hipotecar una propiedad.

El protagonista de esta historia no reveló para qué tipo de compras usó la tarjeta –no dijo, por caso, si eran suntuarias–, pero sí sugirió que su pareja fue quien adoptó la práctica repetida de consumo financiado por el plástico para que él “no sufriera”.

Tampoco dio mayores explicaciones sobre qué tipo de sufrimiento tenía o por qué mantenían un ritmo de vida que no podían sostener a largo plazo, pero las redes sociales se plagaron de mensajes críticos hacia esta celebridad, y algunas personas compartieron imágenes en las que el artista aparecía en escenarios paradisíacos, que hacían presumir viajes costosos.

Para algunos especialistas, el consumismo y las compras compulsivas con o sin financiamiento genuino pueden ser una expresión de malestar emocional. El endeudamiento no controlado podría ser un indicador todavía más claro de la existencia de un padecimiento.

Para la psicoanalista Adriana Guraieb, “hay adicciones que son prácticamente invisibles y no las equiparan con enfermedad”. Aunque es todavía materia de debate, entre los aspectos que considera como asimilables a otras formas de dependencia describe: “Falta de autocontrol, vivencia de vacío existencial y baja autoestima”. Para Guraieb, puede estar asociado a trastornos como la ansiedad o la depresión.

A diferencia de adicciones a sustancias como el alcohol, las drogas o incluso la comida, el consumo no controlado de objetos sobre los cuales no hay una mirada social negativa se potencia por el hecho de que gran parte de la economía de los países se monta sobre la adquisición de bienes. Eso hace que no sólo no se cuestione, sino que se promueva. Para las empresas proveedoras de tarjetas de crédito, la refinanciación de deudas es un negocio clave, que incluye tasas de interés usurarias.

En situaciones de gran vulnerabilidad, todos estos factores se unen para que las personas que obtienen una gratificación transitoria con cada compra y tapan así su malestar pongan en riesgo su situación económica.

“Tener a disposición una o más tarjetas de crédito acentúa la irrealidad del desmanejo económico, a tal punto que se pueden llegar a contraer deudas muy altas, sin pensar que luego hay que pagarlas”, describe Guraieb, quien habla de una combinación muy potente entre el malestar y la portación de estos plásticos para la financiación.

Las críticas rápidas y las burlas hacia quien reconoce que tuvo un problema asociado al desmanejo del dinero no sólo pueden sumar dolor, sino que impiden abordar estas situaciones de manera integral. Abordaje que, además de incluir un tratamiento con un profesional de salud mental, puede también contemplar la regulación de quienes tienen en la vulnerabilidad de una persona un potencial negocio.

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