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  • Lic. Adriana Guraieb

Noemí Serantes y la angustiante vida sin su gemela: “Trabajo desde los siete y no tengo jubilación”

  • Conformó la dupla "Nu y Eve", trabajó medio siglo, pero siente que la olvidaron.

  • Cómo es su vida tras la muerte de "Lili" y su lucha contra la tristeza.

Nacieron con 20 minutos de diferencia. Hoy a los 64, Noemí todavía llora a Liliana Serantes.


"Déjela partir. Su hermana gemela no se va porque es usted la que la retiene. Háblele y pídale que vaya en paz", le recomendaron el 9 de octubre de 2011, mientras su hermana agonizaba.


Noemí Serantes se acercó a la cama de cuidados paliativos, cómplice como cuando jugaban en la casita natal de Mariano Acosta, y dijo lo que no quería decir: 'Lili, voy a bajar un minuto. Es momento de que partas, te dejo ir. Siempre vamos a estar juntas'. Acto seguido, fue a tomar el ascensor de la clínica y una enfermera la detuvo: 'Su hermana dejó de respirar'.


Ahora vive -metafóricamente- sin un brazo. Se siente fragmentada, desde que un cáncer en el mediastino le robó a Liliana.


Liliana había amamantado al primogénito de Noemí. Noemí había descubierto que su gemela estaba embarazada antes que la propia embarazada. Nacieron con 20 minutos de diferencia y la vida de una se tejió en relación a la otra. Nadie las preparó para "la amputación".


Dice que esa sensación de extrañeza, de mutilación, sólo puede comprenderla en toda su dimensión un mellizo o un gemelo. Que los demás la palmean, la consuelan sin entender lo que pasa piel adentro.


"Es como andar sin tu diario personal, sin tu historia", intenta explicar, mientras un hombre pregunta si se trata de Nu o se trata de Eve, "las mellicitas del Nueve".


Pocos recuerdan en detalle la era "paleozoica de los influencers", época en que "Nu y Eve", invento de Alejandro Romay anterior al boom Trillizas de oro, era un fenómeno argentino. La dupla rubia era buscada hasta para posar al desnudo y cumplir las fantasías de cierto público.



Las mellicitas del Nueve, en realidad gemelas.


"La revista Penthouse nos había ofrecido, de más grandes, salir como Dios nos trajo al mundo, pero con transparencias, y dijimos que no. ¡Nos hubiéramos comprado un departamento cada una!", sonríe con melancolía Noemí. "No era nuestra forma de ser, así que estuvimos orgullosas de la decisión".


En 1966, a los seis años, se anotaron en el concurso del programa Sábados continuados, a pesar de que su madre las veía "muy de campo, sin picardía". Después de un año de viajes desde su barrio bonaerense de Mariano Acosta hasta el viejo Canal 9, ganaron el certamen entre "millones de pares de mellizos" del país. Fueron una máquina de figurar en cámara las siguientes décadas, pero cientos de registros de sus trabajos se perdieron.


"¿Sabés qué es lo que más me duele? Trabajo desde los siete. A los seis había empezado el concurso, pero no me puedo jubilar. ¡No me pagues desde los 16, pero pagame desde los 18! Hice teatro, cine, televisión y es como si no existiera todo esto", se indigna. "Ahora me van descontando del monotributo. A los 70 tal vez me pueda jubilar, cuando tenga un pie en el cajón. Es muy injusto".


Noemí Serantes, a los 64 años.


Desde 2012 hasta 2023 no celebró su cumpleaños, que era "el cumpleaños" de su "otro yo". Recién en febrero pasado, empujada por su hija Melody, reunió a sus primos y pudo levantar la copa por esa que fue "a dúo" y por la que es en solitario, sin la "doble" que la acompañó desde el útero materno.


"Todos me preguntan ahora: '¿No tenés miedo de morirte de lo mismo que tu hermana?'. Como si fuera una condena por ser gemelas... Y no, no tengo miedo".


Recuerdos de una fama desesperante


Las "Nu y Eve" nacieron el 6 de febrero de 1960 en el Hospital de Marcos Paz. Su madre no sabía que eran dos, por lo que en pleno parto, mareada, después de parir a Liliana Beatriz a las 17.40, escuchó al médico decir "viene otra bebé". Noemí Nélida llegó a las 18.


Una pesó dos kilos seiscientos, la otra 50 gramos más. La familia se agrandó más tarde con otras dos niñas.


Las pequeñas Serantes.


A los cinco años, a Liliana le descubrieron una protuberancia del lado izquierdo de la ingle. Al otro día, hubo el mismo diagnóstico para Noemí, hernia. "Nos operaron juntas. Eso es ser gemelo", deduce Serantes. "Liliana estaba embarazada del primer hijo y yo se lo anticipé cuando ella todavía menstruaba. Lili me hacía el chiste: '¿Sentís ganas de vomitar?'. No me preguntes cómo, pero yo sabía que ella estaba en la dulce espera".


Al comienzo, la madre las diferenciaba "por un bultito de grasa" con el que había nacido Noemí. Su padre, en cambio, vivía llamándolas "Mellizas", sin individualizar. El hombre recién pudo distinguirlas cuando se pusieron de novias y cada uno llegaba con un muchacho al que él reconocía.


Estudiaban baile español cuando la profesora animó a la madre a que las llevara a la televisión. Desde la localidad de Mariano Acosta, a veces el tío Bernardo las alcanzaba hasta Canal 9 en un rastrojero. Pero el gran sacrificio era el viaje de más de tres horas en transporte público. Para llegar tomaban un colectivo hasta Merlo, después el tren Sarmiento hasta la estación Once, más tarde el colectivo 118 (o el 41) y el tramo final era una caminata de seis cuadras hasta la calle Castex.


Las mellizas Nu y Eve durante su comunión.


Bajo el slogan "Las presentadoras más pequeñas del país", sus caras fascinaban hasta a los países limítrofes. Llegaron a participar de un circo televisado, con elefantes, monos, tigres incluidos en el estudio. Además, acompañaron al pequeño Ricardo Darín en La pandilla del tranvía.


Con la fama, también llegaron los contratiempos. En la despensa familiar de Mariano Acosta los vecinos dejaban de comprarles a los Serantes. "Pueblo chico, infierno grande".

Cambios de colegios de a media docena, mudanza a Palermo para vivir "seis personas en un dos ambientes"... Doña Serantes, la madre, se valió de un consejo que le dio Hugo del Carril en medio de un rodaje. “Usted acompáñelas a todos lados. No les ponga representante y esté siempre con ellas”.


Noemí Serantes espera una convocatoria para trabajar.


El casamiento de ambas llegó en 1982. Las revistas cubrían el acontecimiento con cinco, seis páginas. "Como los maridos eran amigos, el marido de Lili propuso una boda de cuatro para ahorrarnos fiesta, pero yo no quería que un día tan especial fuera un circo, así que ellos se casaron en abril y yo en septiembre, como para darle tiempo a la familia a juntar un poco de plata", detalla.


Para entonces, una se fue a vivir a Olivos, la otra a Villa Urquiza. A Liliana la contrataron productores puertorriqueños para una telenovela, y en un "acuerdo secreto" ante otra convocatoria laboral "exclusiva" para Liliana, Noemí se hizo pasar por ella. Figuraba en los créditos con el nombre de su hermana.


Un pedido desesperado a Romay


A los nueve años, cuando se quedaron sin trabajo con continuidad y sus padres pasaban penurias económicas, "Las melli" ejecutaron un plan para evitar que su madre llorara a escondidas: fueron a encarar al "Zar" Romay con la convicción de dos adultas. Después de tres días, él las recibió en su despacho.


"¡Necesitamos trabajar, señor!", le dijeron en simultáneo, entre lágrimas, y tocaron el corazón de Romay. "¿Pero en qué las pongo?, se preguntaba preocupado el Zar. Levantó el tubo y llamó al noticiero. 'Quiero que hagan una prueba a las mellizas para los datos meteorológicos'. Mañana a las diez están acá en el estudio cinco para una prueba".


"La prueba fue un desastre", se ríe Noemí, que recuerda que les dieron un papel con el número 15 y un círculo. No nos explicaban que teníamos que leer '15 grados', o las décimas. Temblábamos. Fue una novedad. Las mujeres más pequeñas del mundo dando datos del tiempo. Nos asignaron un coiffeur y fuimos capacitadas por el mismísimo Servicio meteorológico, tenemos diploma. Una década, pero nada de eso figura en los archivos".


La dupla que hipnotizaba al país.


En 1981 firmaron uno de sus mejores contratos, para el ciclo Galería, de ATC, con Claudia Lapacó, Susú Pecoraro, Gianni Lunadei y elenco. Pudieron comprar un Honda Civic y años después su padre se consolidó como el chofer de Canal 9. "Romay necesitaba alguien de mucha confianza para llevar la plata al banco y todas esas cosas, y terminó llevando al colegio a sus hijos y nietos".


-Aprovechando que eran idénticas: ¿Se hacían pasar una por otra en distintas situaciones?

-Sí, con los muchachos. Nos gustaban los mismos. En un boliche, por ejemplo, Lili me decía "me parece que Carlitos se me va a tirar". Entonces íbamos al baño, nos cambiábamos, yo me ponía su ropa y cuando Carlitos quería tirarse, yo que era la de mayor carácter le decía “no, no tengo interés por ahora”. Nos sabíamos imitar muy bien las dos. Y la secundaria la hicimos mitad cada una.


-¿Cómo es eso?

-Estudiábamos una materia cada una. Cursábamos de noche por el noticiero. La de Historia llamaba a Liliana en una hora y a la otra hora sabíamos que me iba a llamar a mí. Rendía la misma.


-¿Y en situaciones laborales?

-Yo era mejor para la comedia, ella para el drama. Los directores nos conocían. Alguna vez ensayé por ella una novela, y ella iba a grabar después y nadie se daba cuenta. Con los hijos nuestros también. Una vez ella se había ido a esquiar con el marido a los Estados Unidos y para que el nene de dos años y medio no extrañara tanto, yo iba temprano a la mañana, le hacía upa y le jugaba medio día. El pibe pensaba que yo era la mamá.


Dos gotas de agua, cuando recién saltaban a la fama.


-¿Cómo es eso de que ella llegó a amamantar a tu hijo?

-Apenas nació mi primer hijo, enseguida me salió la telenovela Tramposa, con Mariana Karr. Yo grababa en Olivos y no llegaba. Le dejaba mi hijo a Lili y ella le daba de mamar después de darle al suyo. Hermoso. Nos poníamos de acuerdo para quedar embarazadas. Nuestros maridos no lo sabían.


-¿Cómo? ¿Para quedar embarazadas juntas?

-¡No! Nos turnábamos para que una siempre estuviera disponible para trabajar, una vez se embarazaba una, después la otra. Así podíamos mantenernos vigentes.


Noemí en la radio, su gran refugio.


Con Perón, el Papa y Maradona


Las gemelas fantásticas, hipnóticas, eran la foto o el autógrafo sagrado para miles de espectadores. En cincuenta años de carrera no se privaron de nada, presentaron o acompañaron a Nino Bravo, a Camilo Sesto, a José Luis Perales. "Hasta estuvimos con Juan Domingo Perón", suma impresionada Noemí.


"Lo trajo Romay, que era amigo de Ricardo Balbín. Hicieron una conferencia en Canal 9 y estaban todos los de la juventud peronista. Él nos reconoció. Para mí fue como darle un beso a San Martín".


Diego Maradona, que nació apenas ocho meses después que "Nu y Eve", creció viéndolas en TV y cruzándolas en medios. "Alguna vez se apareció en Mar del Plata cuando hacíamos temporada y se sentó al lado mío y se sinceró: 'Noemí, no puedo salir de este infierno (las drogas) ni por lo que más amo que son mis hijas'. Era macanudo y por eso me molesta la crítica del que no se imagina lo que pasó con su adicción".


En los setenta, cuando el país hablaba de ellas.


Con el Papa Francisco también hay un capítulo jugoso, pero ya sin Liliana. Hace unos años, en un viaje por Europa para visitar a su hija que estudiaba en Almería, Noemí gestionó una visita a la plaza de San Pedro, en el Vaticano, para intentar ver a Bergoglio.

"Quería amortizar semejante viaje en algo, y le escribí a un periodista allegado que me ayudó. ¡Estuve ocho minutos con el Papa! Cuando me puse a llorar, el Papa que venía hablando en todos los idiomas, me dice: 'Te conozco. Crecimos juntos'. Yo había llevado una estampita que era de mi hermana y se la dejé a él. Fue maravilloso".


"No vivíamos de la fama, éramos laburantes, obreras. Yo he tenido muchísima fama con Velasco Ferrero en Venga a bailar. Los taxis y los restaurantes no te cobraban, y nunca me la creí. Sabía bien que era un trabajo y era apenas un momento. Y que un teatro no tiene éxito por tal artista, tiene éxito por el producto. Por eso se marean tanto, hay muchas estrellitas estrelladas".


Noemí Serantes en On Radio juntoa su hija Melody, su productora.


Un presente difícil


Después de perder a su gemela primero y dos años más tarde a su padre, Noemí enviudó. "Fue un gran golpe, porque lo de mi marido fue mala praxis", aclara toreando un nudo. Casada desde 1982, en sus casi bodas de plata su esposo -Ricardo Leggire- sufrió una descompensación cardíaca. Demoraron en colocarle dos stent y murió.


"Se me fueron mis pilares. Mi hermana y mi marido eran mi sostén. Salí por mis tres hijos, pero el cuerpo pasó factura. La pasé muy mal. Artritis, artrosis. Estoy en tratamiento. Ya no soy una gacela caminando, pero la voy llevando", dice unas horas antes de conducir su programa Escenarios, por On Radio.


Hay que remitirse a 2006 para recordar algún trabajo televisivo de Noemí. Participó de Casados con hijos y no tuvo más convocatorias. En cine participó de la película Olaf, de Cristina Agüero y July Massaccesi. "No tengo representante. Y necesito trabajar, para sacar esta tristeza del alma. Nunca fui exquisita".


Noemí, ayer y hoy.


Noemí confiesa que es "Eve". Quería ser "Nu", por la muñequita rubia diseñada por García Ferré, pero le cedió a Liliana el ansiado lugar. "Todo lo que mi hermana quería, yo se lo concedía, porque ella era mi gran debilidad".


La culpa del sobreviviente. Eso parece estar transitando, según explica la psicóloga Adriana Guraieb, perteneciente a la Asociación Psicoanalítica Argentina e Internacional. "Se habla de una conexión especial que parece existir entre los gemelos, pero ciertamente no están todas las pruebas científicas para demostrarlo, aunque hay muchos casos que confirmarían la teoría de que la muerte de un gemelo hace que el sobreviviente tenga un proceso de culpa por haber sobrevivido y un enorme desconcierto en que no sabe cómo vivir sin el otro. Hay características de un duelo común, pero mucho más exacerbado por la tremenda conexión intrauterina".


-¿Hiciste terapia después de la muerte de tu hermana?

-Debería, pero no. Mi hija me insiste. Nunca en mi vida hice. Nadie se imagina lo que pasé. Todo esto que me agarró, artrosis, artritis, de alguna forma tenía que aflorar. Pasaron doce años y el otro día me desperté y los ojos me ardían. Estaba llena de lágrimas.


-¿Por qué esa angustia?

-Era como que Lili estaba conmigo. La sentía y le dije: “Sos una guacha, me dejaste sola". Yo hubiera preferido tener la enfermedad y no verla sufrir como la vi. Ser gemelo es querer sacarle el dolor al otro y el dolor tenerlo vos.

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